No debería haberlo recordado.
Era solo un chico que caminaba por un restaurante. No sabía su nombre.
Nunca hicimos contacto visual. No había conexión entre nosotros en absoluto.
Pero podía sentirlo.
El cosquilleo por mi columna vertebral. La orden en su presencia. El chasquido de tensión en el aire a su alrededor. Esa fue la primera vez que lo vi y quedé cautivada.
La segunda vez fue diferente.
Estaba en el misterioso ascensor trasero de mi edificio de apartamentos.
Nuestros ojos se encontraron por un fugaz segundo antes de que las puertas se cerraran, y me quedé asombrada. Me robó el aliento. Mis sentidos en alerta máxima. Mi cuerpo zumbó.
Eso fue solo el comienzo.
Él era el líder de la mafia. Estaba a punto de enamorarme de él, y su nombre...
Cole Mauricio.
Publicar un comentario
Publicar un comentario